domingo, 10 de marzo de 2013

Scherer 37, Scola 29

Leyendo esta mañana la prensa italiana a uno le parece que el cónclave es superfluo. Me refiero a que los vaticanistas más osados -en realidad todos los son- no sólo pronostican un duelo entre el brasileño Scherer y el italiano Scola. También le adjudican los primeros votos: 37 y 29 respectivamente. Así estarían las cosas a 24 horas del Veni Creator. Se trata de una asombrosa especulación, pero tanto creen en ella los especialistas de la información vaticana que holgaría la celebración de las votaciones. O que deberían restringirse a una partida de ajedrez entre Scherer y Scola.
Sorprende más aún este duelo -la finalissima, proclaman ya ciertos diarios de Roma- por cuanto aporta una paradoja. No serían los cardenales italianos los partidarios del italiano Scola. Y, en cambio, el arzobispo de Milán obtendría el beneplácito de las eminencias extranjeras.
¿Cómo se explica este fenómeno? Con todas las precauciones que requiere el periodismo de fantasía al uso en la orilla del Tíber, resultaría que los cardenales de la curia romana -Bertone en cabeza- habrían asumido que su candidato italiano -Bertone, otra vez en cabeza, incluso el funcionario Piacenza- carecía de opciones verosímiles como represalia al sindiós gubernativo que ha forzado la renuncia de Benedicto XVI.

En estas circunstancias, la prioridad de los curiales ya no consistiría en recuperar el papado a favor de un italiano -35 años de vacío tricolore-, sino de garantizar las opciones de "uno de los nuestros", a saber, un candidato con experiencia en los despachos vaticanos cuyo aparente perfil "transgresor"  pudiera satisfacer a los cardenales que fomentan un giro geopolítico, en fin, un papa redentor de las Américas.
Es donde adquiere peso la candidatura de Odilo Scherer. Que es de origen alemán. Que desempeña la diócesis más poblada de la Tierra (Sao Paulo) y que identificaría la pujanza de Brasil -Mundial de fútbol, JJOO, y un papado- con los desafíos de la Iglesia frente a la rivalidad evangelista en el caladero de América Latina. Sería una operación de márketing, aunque la iniciativa que sufragan los burócratas de Roma tiene que sobreponerse a la aquiescencia de los purpurados escépticos con el "Kremlin" del Vaticano.
Estarían de acuerdo en la sopresa de un papa trasatlántico y hasta joven (63 años). El problema es que Scherer habría sido impulsado por la Curia  no tanto en razón de su ortodoxia ideológica -es un ratzingeriano- comon en función de su papel contemporáneo de vigilante en la trastienda del banco Vaticano.
Se explicaría así que los cardenales extranjeros -insistimos en el trasfondo las especulaciones- se opusieran a Scherer en cuanto continuista y apostaran entonces por monseñor Scola. Un candidato que no le gusta a la Curia porque no forma parte del "apparatchik"- y cuyas opciones reales deberían sobeponerse a la euforia patriótica con que la prensa italiana se augura el regreso de un compatriota.
Otra cuestión son los italianos. Se percibe un cierto desinterés a las diabluras del cónclave. Tanto por el estado de shock de las elecciones -podrían repetirse en junio en vista del colapso- como porque los sectores laicos temen que un Papa italiano se entrometa en las cuestiones políticas domésticas.
Es más, la repercusión del cónclave en el ámbito internacional -5.300 periodistas acreditados- es mayor de la que se percibe en el epicentro del fenómeno. Una paradoja tan pintoresca como la que  se desprende de que lo cardenales italianos ya no quieran uno de los suyos en el trono de Benedicto XVI.

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